Seguramente te has hecho alguna vez esta pregunta cuando llevas un tiempo entrenando, y tú piensas, lo estoy haciendo bien; estoy entrenando intenso, hago dieta, estoy haciendo cardio, no me salto un entrenamiento o clase. Pero, pese a ello siento que no mejoro y que estoy estancado.
Además, esa sensación de frustración aumenta cuando ves a amigos o compañeros que están obteniendo resultados, haciendo prácticamente el mismo entrenamiento que tu.
Pero hay que plantearse una serie de cuestiones, ¿Estamos entrenando adecuadamente en función de lo que queremos? ¿Estamos haciendo bien las cosas? ¿Tengo en cuenta la alimentación? ¿Y el descanso?
Lo primero de todo es fijarse unos objetivos realistas y un plan adecuado de entrenamiento, mucho cuidado con las rutinas de internet, hay muchas cosas buenas y otras que no lo son tanto, además, cada persona es diferente y lo que vale para una, es posible que no sea efectiva para otra. ¿Que sería lo ideal?, igual que vas al médico cuando tienes algún dolor o patología, visita a un profesional, un entrenador personal, que te asesore y aconseje en este aspecto (que ejercicios son más adecuados, valorar si hay una lesión previa, volumen, frecuencia e intensidad de los ejercicios, corrección de movimientos…). Él sabrá personalizarte el entrenamiento y te lo ajustará a lo que TÚ necesitas realmente.
Una vez fijado el plan, cuidado, hay que vigilar otros aspectos, no sirve de nada macharse a entrenar si no cuidamos el descanso o la alimentación. Estos tres pilares son básicos para poder progresar. No sirve de nada entrenar muy bien, si luego ese trabajo lo echamos por tierra con una mala alimentación (muchas veces me encuentro a pacientes que han entrenado muy bien, han quemado calorías y se piensan que por ello pueden comer lo que se les antoje, quemar calorías cuesta mucho más que ganarlas, un simple refresco con azúcar puede estropear toda la sesión) o no servirá si no descansamos lo suficiente o no disminuimos nuestro nivel de estrés. Sin este control, tu salud y resultados se verán afectados.
Relacionado con esto, hay que tener en cuenta la de regla de que no por entrenar más voy a mejor más. No sirve de nada entrenar todos los días 1-2 horas, hay que introducir sesiones de descanso, especialmente entre aquellas que hayan sido más intensas, dormir lo suficiente para que los músculos se recuperen (así es, los músculos necesitan descanso para crecer) o incorporar sesiones más suaves para disminuir el nivel de estrés (estiramientos, movilidad, meditación, mindfulness).
Otro de los aspectos a tener en cuenta es que no hay que trabajar siempre a la misma intensidad o los mismos ejercicios. El cuerpo necesita un periodo de adaptación por el cual se van modificando algunas respuestas fisiológicas, a nivel de composición corporal, el sistema cardiorespiratorio, musculo esquelético. De ahí que cuando estas respuestas consiguen adaptarse, hay que provocar estímulos nuevos, sino, el cuerpo se acostumbra y llegará un momento de adaptación donde no habrá mejora y los niveles se estancarán. (Por ejemplo, si todos los días corremos 5km, llegara un momento donde no nos costará ningún esfuerzo, el cuerpo ya se ha adaptado y no mejoraremos). Es por ello, que hay que modificar progresivamente el plan de entrenamiento, esos estímulos, bien sea adaptando la intensidad, la frecuencia, el volumen para seguir mejorando. Lo mismo ocurre con los ejercicios, es muy común ver a gente haciendo siempre los mismos ejercicios, pero, porque no dedicas tiempo a realizar otros ejercicios donde la técnica igual no es tan buena, párate a practicarlos, o a meter sesiones de estiramiento y movilidad que enriquecerán tus movimientos a futuro. ENTRENA TUS PUNTOS DÉBILES.
Otro aspecto importante es la adherencia, no vale de nada hacer el mejor plan de entrenamiento si luego no lo llevamos a la práctica, continuamente cambiamos sesiones de entrenamiento, lo que nos llevará seguramente a no respetar tiempos de descanso entre otras cosas. Un consejo, empieza por pequeños cambios que te irán llevando a un estilo de vida más saludable y serás capaz de mantenerlos durante mucho tiempo.
Como resumen, recuerda mantener ese equilibrio entre ejercicio, descanso y alimentación, lleva una dieta saludable con alimentos de calidad y vigilando un poco las calorías (para ello, ten en cuenta tu entrenamiento así como la actividad diaria que realices o tu puesto de trabajo). Realiza movimiento diario, con pequeños gestos como ir andando al trabajo, no pasar demasiadas horas sentado. Incorpora a tu día a día actividades para la gestión del estrés.