Hoy vamos a hablar de la ecografía y de en qué aspectos puede ayudarnos a los fisioterapeutas en nuestro trabajo y, por tanto, a los pacientes en vuestra recuperación. Cada vez es más frecuente acudir al fisioterapeuta y observar la presencia de un ecógrafo en la consulta, cosa impensable hace 15 años. ¿A qué se debe esta incorporación de las clínicas de fisioterapia?
Lo primero de todo, es importante saber que los fisioterapeutas realizamos diagnósticos fisioterápicos, es decir, diagnosticamos la función de las estructuras, que no es lo mismo que el diagnóstico médico (que es competencia de los médicos). Dicho esto, ¿Para que nos ayudan los ecógrafos a los fisios?
La ecografía nos aporta muchas cosas a los fisioterapeutas. Vaya por delante que todo profesional fisioterápico que utiliza un ecógrafo debe tener formación previa en el uso e interpretación de las imágenes que va a visualizar. Por lo tanto, a la hora de hacer una ecografía vamos a extraer información de si el tejido que estamos valorando puede estar dañado estructuralmente y así poder complementar la valoración que hemos hecho de la lesión con la exploración previa. Un ejemplo muy común son las roturas musculares. Cuando nos viene un paciente del que tras realizarle la exploración y valoración sospechamos de una posible rotura muscular, el añadir la exploración ecográfica nos va a permitir ver si el tejido se encuentra dañado y si se observan alteraciones en la imagen del músculo a valorar. Por lo tanto, es información muy útil para poder realizar el tratamiento adecuado.
Además, también nos es de gran ayuda a la hora de realizar técnicas invasivas. Cuando realizamos punción seca, electrolisis percutánea o neuromodulación, es muy importante colocar la aguja en el punto exacto y para ello el ecógrafo es de gran ayuda para nosotros puesto que a la vez que estamos introduciéndola aguja en el tejido la estamos viendo en la pantalla. Esto nos va a proporcionar una mayor eficacia a la hora de realizar la técnica y, además, una mayor seguridad ya que como estamos viendo la aguja en todo momento evitamos pinchar estructuras que no nos interesa (nervios, vasos sanguíneos…). Otro aspecto en el que el ecógrafo nos ayuda es en el de observar cómo puede llegar a deslizar un nervio en un determinado punto conflictivo de atrapamiento. A través del ecógrafo podemos ver si su morfología está afectada y si se mueve bien entre las estructuras adyacentes. Por último, también nos ayuda a poder sospechar de lesiones importantes y poder así derivar al profesional correspondiente en caso de que sea necesario, como por ejemplo la presencia de hematomas encapsulados tras una rotura muscular, trombosis venosas, sospecha de fracturas costales o sospecha de grandes patologías tendinosas. También hay lesiones en las que es necesario realizar otras pruebas de imagen (resonancia magnética) que nos aportan más información, ya que sólo con la ecografía no llegamos a valorar algunas estructuras. Ejemplos habituales son las resonancias magnéticas en lesiones de columna (posibles hernias o protrusiones discales) y en la rodilla para diagnosticar posibles lesiones de meniscos o ligamentos cruzados.
Así pues, el ecógrafo es una herramienta que a los fisioterapeutas nos aporta una gran cantidad de información a la hora de realizar la valoración del paciente y nos ayuda a realizar determinados tratamientos invasivos con mucha más precisión y seguridad. En estos años se ha convertido en un apoyo fundamental en nuestro día a día en la consulta de fisioterapia.